Estos 202 años de la creación de “La Gazeta de Buenos Aires”, encuentran al periodismo argentino, y de gran parte del mundo, en una crisis con varias aristas.
Ignacio Ramonet nos dice en su libro “La explosión del periodismo”: “La cómoda situación de los medios y de los periodistas, que detentan el monopolio de la información en la sociedad, toca a su fin. Una parte de los periodistas profesionales se consideraban a sí mismos una élite con poder exclusivo para imponer el control de los debates. Pecaban de orgullo creyendo que tendría para siempre un lectorado pasivo y cautivo. La época en que solo ellos podían escoger y publicar información ha concluido. La Red (Internet) les está despojando de su estatus de curas seculares”.
En nuestro país, esta “élite” del periodismo se resiste a asimilar este duro golpe del que habla, sin mayores rodeos, el director de “Le Monde Diplomatique”. Y en eso están, retorciéndose y convulsionando, como los vampiros cuando se les clava una estaca de madera en el corazón: Paranoicos, perdiendo la compostura a cada rato.
La periodista y escritora Graciela Mochkofky, nos da una idea de hasta dónde puede llegar esta élite, contando una anécdota en su libro “Pecado original”: “Como al resto de la dirigencia política, a los delarruistas les molestaba la prepotencia de los ejecutivos y lobistas de Clarín, que llegaron a enviarle con un motociclista, un viernes por la tarde, el texto del decreto que querían que el Presidente firmara.” ¿Cómo no sentirse una élite si trabajan para un multimedios con “decreto presidencial delibery”? Y los privilegios no se entregan sin dar batalla.
Pero, aunque es el más grande, el Grupo Clarín no es el único mastodonte de la información; así que no nos vamos a dedicar exclusivamente a él. Vila-Manzano, La Nación, Perfil o el insipiente Multimedio oficialista, son algunos de los principales actores que forcejean por imponernos la agenda.
Volviendo al pequeño gran libro de Ramonet, de 120 páginas contundentes, mas adelante nos dice: “A la pregunta “que es noticia”, hoy lo medios de comunicación, acorralados, tienden a responder únicamente en términos de audiencia. Una “buena” noticia es aquella que pude interesar al mayor número de gente. No aquella que, por ejemplo, que es más útil para la población, más decisivo o más esclarecedora en materia de economía, de ecología, de política… De modo que los grandes medios de comunicación han perdido de vista su misión. Habiéndose dedicado durante demasiado tiempo al objetivo principal de domesticar a la sociedad, ya no saben para que sirven.” Es por esto que la información, hace tiempo ya, es una mercancía y no un bien social, como algunos creemos que bebería ser.
La irrupción de internet ha cambiado para siempre el paradigma periodístico. En este nuevo esquema ha nacido lo que los especialistas llaman “PROSUMIDOR”: Productor-Consumidor de información. El consumidor de información ya no será más pasivo, recibiendo la información empaquetada por otros. Él también quiere producirla. Deberemos empezar a familiarizarnos con expresiones tales como: Blogósfera, Granjas de contenidos, Facebookero o Twitero.
El periodismo de élite no lo quiere reconocer, pero está atravesando una crisis inédita, donde se han juntados varios factores: Crisis económica internacional, nueva ley de medios, Internet y posicionamiento político-económico de las corporaciones mediáticas. En el medio de todo esto está hoy el periodismo de primera división. “Adaptarse o morir” es el consejo darwiniano de Ramonet.
Los cambios son siempre así: algunos harán como que no pasa nada y se los llevará el nuevo oleaje, otros resistirán hasta las últimas consecuencias perjudicando a propios y extraños, otros se adaptarán de maneras más o menos elegantes. Para algunos los cambios son tragedias, y para otros son oportunidades.
En el primer número de “La Gazeta”, que nació para dar a conocer los actos del nuevo gobierno, Mariano Moreno escribió: “El pueblo tiene derecho a saber la conducta de sus representantes, y el honor de éstos se interesa en que todos conozcan la execración con quien miran aquellas reservas y misterios inventados por el poder para cubrir sus delitos. El pueblo no debe contentarse con que sus jefes obren bien, debe aspirar a que nunca puedan obrar mal. Para logro de tan justos deseos ha resulto la Junta que salga a la luz un nuevo periódico semanal con el título de Gazeta de Buenos Aires”. Pero, casi al mismo tiempo, el más jacobino de los hombres de mayo escribía el “Plan revolucionario de operaciones”, que jamás se publicó en el medio que él mismo fundó. Y buenas razones había para ocultarlo.
Felipe Díaz Gorosterrazú
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