Siempre es
arriesgado aventurarse al análisis de un resultado electoral, sobre todo en una
coyuntura tan complicada, como la que nos toca vivir. La última vez que lo
intenté desde una publicación digital, luego de las legislativas del año 2009,
creo no haber salido muy dañado. (Ver “Vientos de Cambios” en la columna
“Hermeneuta” del portal www.nogoya451.com). De hecho, en esa editorial planteaba que,
muy probablemente, la alternativa al oficialismo capaz de disputarle poder de
igual a igual, saldría de sus propias entrañas. El tiempo parece haberlo confirmado.
Las lecturas
y conjeturas de los resultados de las últimas PASO del 11 de agosto, son
infinitas. Como ha sido siempre, todo depende de la subjetividad del observador.
El periodismo, oficialista u opositor, lee lo que a sus respectivos patrones
les gusta escuchar y se cae fácilmente en exageraciones, mucha muy mal
intencionadas. Pero voy a incluir en el mar de especulaciones, una personal gota
de agua que no ha sido revisada por casi nadie, salvo por algunos pequeños
medios del interior del país.
Supongamos
por un momento que el electorado nacional, eso a lo que algunos periodistas
gustan llamar “la gente”, ha evolucionado a la hora de emitir su voto y, por
tratarse se elecciones legislativas (o sea: elegir Diputados y Senadores), decide
no otorgarle el poder total a ninguna fuerza política en particular. Supongamos
que el pueblo ha tomado algo de conciencia democrática y quiere darse un poder
legislativo sin mayorías absolutas. Supongamos que la ciudadanía quiere que sus
legisladores tengan que transpirar el traje a la hora de sancionar leyes,
teniendo que salir a buscar quórum y consenso.
Este pedido
de imaginar un supuesto, no viene traído de los pelos por quien escribe estas
líneas. Viene a cuento de corroborar algo que muy pocos se han tomado la
molestia de cotejar, porque, en buena medida, desdibuja la idea que se tiene de
“perder o ganar”, en elecciones democráticas. El pedido se fundamenta en la
comparación que debería hacerse del resultado de las PASO del 11 de agosto, y
las elecciones legislativas inmediatamente anteriores, de julio del 2009.
Tapa del diario Clarín (Julio de 2009) |
Comparemos
números, descontando que será poco y nada lo que cambiará el 27 de Octubre.
Comencemos con dos distritos claves y que gracias a los medios de comunicación
“nacionales”, estamos familiarizados. Comencemos por la C.A.B.A. (Veremos los
porcentajes para Diputados nacionales, aunque los que corresponden a Senadores
no varían demasiado, para no mezclar y confundir):
Candidato Año 2009 Candidato Año 2013
1° Michetti
(PRO) 31% Bergman (PRO) 27,5%
2° Solanas (P. Sur) 24,2% Carrió (UNEN) 17%
3° Cerió (F.C. y S.) 19,3% Cabandié (FPV) 19%
Aquí tenemos
un excelente ejemplo de la diferencia entre una elección legislativa y una de
cargos ejecutivos: en 2009, Elisa Carrió obtenía el 19,3% de los votos; en el
2011 no llegó al 2%, y como vemos, el domingo pasado llegó al 17%. Otro dato
destacable de esta ultima elección: Sumando todos los votos de UNEN, que tuvo
internas con tres listas, se computa un total del 35,58%. En esta misma interna
participaba, entre otros, Prat Gay que en 2009 obtuviera un 19%, y en esta
última oportunidad queda fuera de competencia con el 12,8%.
Ahora
comparemos lo ocurrido en la Provincia de Bs. As.
Candidatos Año 2009 Candidato Año
2013
1° De
Narvaez 34,5% Massa 35%
2° Kirchner (FPV) 32,1% Insaurralde (FPV) 29,6%
3° M. Stolbizer 21,4% M. Stolbizer 11,1%
Por último,
comparemos lo que ocurrió en nuestra provincia:
Candidatos Año 2009 Candidatos Año
2013
1° Acuerdo
Civ. y Soc. 35% Oficialismo 43,3%
2°
Oficialismo 34,3% F.E.F.+
PRO 21,7%
3° PRO 9.6% U.C.R. 21.6%
Haciendo
gala de mi instinto de paracaidista, me animo a ensayar algunas conclusiones: Las
elecciones legislativas ya NO son comparables con las de cargos ejecutivos. Los
que cotejan un resultado y otro, cometen un error. El electorado argentino
reparte votos entre figura que NO vota para cargos ejecutivos y viceversa.
También muchos tendrán que empezar a entender, de una vez por todas que, en el sistema electoral democrático NO
siempre el que junta más votos, necesariamente “gana”; el análisis político de
un acto eleccionario, NUNCA puede ser matemático.
En
definitiva, las especulaciones sobre los últimos comicios no escapan a la
realidad polarizada que nos toca vivir, y el vaso medio lleno o medio vacío, a
la hora de opinar sobre los resultados, es moneda corriente.
Y como el
que escribe también tiene su vaso y corazoncito: ¡Excelente elección de
la Izquierda en todo el país!
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