En el año 2010 la compañía norteamericana
de relaciones públicas Murray Hill Inc. lanzó una pieza para televisión,
publicada en el sitio web de su campaña electoral, que afirmaba:
"Hasta ahora los intereses corporativos han sido la fuerza detrás
del Congreso", sin embargo
"nunca podemos estar absolutamente seguros de que (los congresistas) trabajaran para nosotros. Es nuestra
democracia. Nosotros la compramos. Nosotros la pagamos y vamos a mantenerla (…)
Es el momento de ponernos detrás del volante nosotros mismos. Vote por Murray
Hill para el Congreso, para tener la mejor democracia que el dinero pueda
comprar", concluye el narrador mientras la bandera de las barras y las
estrellas flamea de fondo.
Este sincericidio, tan
políticamente incorrecto como verdadero, causó tal revuelo en la acartonada
opinión pública estadounidense, que la
compañía debió salir a aclarar que todo había sido una espectacular broma,
mientras sus voceros transpiraban y sonreían incómodamente.
Lo que Murray Hill Inc. planteaba
es lo que el periodista argentino Horacio Verbitsky denominó, hace algunos años ante la
posibilidad de que el Ingeniero Mauricio Macri & Co. llegaran a la cima
del poder político de la Argentina: “El
país atendido por sus propios dueños”.
Debemos admitir que la democracia
argentina, con todas sus particularidades, ha logrado lo que las elefantiásicas
corporaciones yanquis no han podido blanquear en su país. Así es, señoras y
señores, los CEOs de las principales corporaciones se han puesto al volente de
este maltratado vehículo llamado Argentina, con el consentimiento de las urnas.
Esto es, lisa y llanamente: eliminar al intermediario.
No es casual que el Pro, desde
siempre, haya tenido un discurso marcadamente anti-política, haciendo hincapié
en las virtudes de la asepsia ideológica y la supuesta eficiencia casi robótica
de los ejecutivos y CEOs del sector privado, ahora devenidos en funcionarios
públicos.
Lo que muchos notamos (algunas
veces, la justicia también) y señalamos como “conflictos de intereses” de ser
juez y parte, de atender de ambos lados del mostrador, o como lo han denominado
los mismos norteamericanos: “puertas giratorias”; no es más que la
consecuencia natural de la llegada de los eternos beneficiarios de las riquezas
del Estado, al Estado.
El eterno espejismo de la burguesía nacional
Cuenta la historiografía moderna de
nuestro país, principalmente desde la constitución del Estado Nacional tal como
lo conocemos hoy, que la denominada “burguesía nacional” NUNCA creyó
totalmente, que deberíamos ser un país libre y soberano, y en consecuencia
siempre ha tenido lo que podríamos denominar “culpa de origen”: Saben que
nacieron en este (para ellos) patético país tercermundista, pero sienten que
solo fue por mala suerte. Este país siempre les ha parecido inviable y berreta.
Y desde siempre han tenido la certeza de que para lo único que les pude servir
esta gran porción de territorio en el culo del mundo, es para servirse de él a
su antojo. Siempre se podrá rapiñar algo, pero las ganancias las mandan al
exterior. Algo así como el vampiro que mantiene viva a su víctima para poder
succionar sangre fresca, pero lo suficientemente grogui como para que no
ofrezca resistencia.
El Estado Nacional moderno lo creó nuestra burguesía a su imagen y semejanza,
a finales del siglo XIX, y cuando insinuaba tener alguna identidad que les era
incómodo, recurrían a su brazo armado para que tomaras las riendas y encausara
la situación a cañonazos, bombardeos, torturas, desapariciones, asesinatos, y
una interminable pero terrible seguidilla de etcéteras.
La novedad de los tiempos que
corren es que gran parte de esta burguesía nacional, ha salido de atrás del
telón, dejando a las marionetas con la mirada en cualquier parte y una postura
estática, y se muestra en pleno escenario. Por supuesto que no plantearon frontalmente, como sus colegas estadounidenses, "Vote Grupo Macri"; tuvieron que
inventarse un RELATO de “cambio”, de “si se puede”, de “pobreza cero”, de “fin de la corrupción” y
mucho más. Porque, como dije en algún escrito anterior, todo proceso social
necesita de un RELATO, y el actual no es la excepción. Que el RELATO se condiga
con la realidad, es una historia diferente. Créase o no, con esos argumentos más dignos de las declaraciones de una reina de belleza que de una coalición política medianamente respetable, consiguieron el voto de la mayoría...
Es triste ver que hemos caído otra
vez en una trampa. Otra vez, la gran mayoría de mis compatriotas han sido víctimas
de la falta de memoria, del discurso tilingo y reaccionario de los grandes
medios de comunicación, de nuestra
propia ignorancia… Otra vez nos han convencido de que, salvo esa burguesía
nacional que ha hechos fortunas inverosímiles a costa de del Estado (de todos
nosotros), no nos merecemos nada bueno… Somos un colectivo social de cuarenta y
tantos millones con tendencias suicidas, que vivimos boicoteándonos las
salidas, instigados por este uno por ciento de privilegiados que nos pide, con
una cuota de cinismo muy pocas veces vista, otro gran esfuerzo, mientras
saborea otro trago de un Martini seco, con el rostro al sol, tendido en un
sillón de una mansión en Villa La Angostura.
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