La
máxima sarmientina, que aun hoy no ha
sido resuelta, nos llega totalmente remozada y adaptada a este siglo XXI, pero
con la urgencia original, que contrasta inexorablemente a la vida y la muerte.
Hoy
la cruzada civilizadora nos llega de la mano de las multinacionales que, con
avales gubernamentales y del establishment
nacional, nos hablan de progresos tecnológicos que, indefectiblemente, nos
catapultarán a un estado de bienestar onírico.
Por
lógica contraposición, los que nos oponemos a esta visión híper-edulcorada de
la realidad, encarnamos el atraso, “la barbarie”.
El
Dr. Rodolfo Terragno (Como para dejar en claro que el lobby pro-industria
contaminante atraviesa a toda la
dirigencia política tradicional, mas allá de banderías partidarias) dejó bien en claro, cuando el debate por la
mega-minería copó los medios nacionales para luego desaparecer al mejor estilo
Julio López, que: “El capitalismo salvaje, mata; pero el fundamentalismo
ecologista, atrasa…”. (Programa Nº 78 de “Bajada de línea”). Lo dijo como si fuera Neil Armbstrong pisando
la luna por primera vez. Me extrañó que a un tipo tan brillante se le haya
escapado que, puesto en esos términos, una posible deducción es que el atraso
tiene arreglo, la muerte NO.
Algo los une
Es
conmovedor, para los que intentamos leer entre líneas, ver que a pesar de tanto
desencuentro, el kirchenrismo, el macrismo, los redicales, el socialismo binnerista, Clarín y La Nación coinciden en algo: El
primer mundo nos ha declarado territorio sacrificable para la industria sucia y
debemos aceptarlo. Es el roll que nos dieron los dueños del mundo; solo nos
queda acatar dignamente y pilotearla lo mejor que se pueda.
Si
de las 100 economías más grandes del mundo, 51 son empresas privadas, es solo
cuestión de sentido común: ¿Qué pueden hacer los países subdesarrollados, como
el nuestro, en contra de empresas que manejan más dinero que el PBI que
producimos? Con el agravante que, en la reforma constitucional neoliberal del
año 94, se introdujo que los recursos naturales pasaban a manos de las
provincias. Si tenemos poco que hacer como país, frente a estas mega-empresas:
¿Se lo imaginan al gobernador Urribarri tratando de poner un mínimo “pero”, suponiendo
que le interesara hacerlo? Aquella reforma no fue casual; sabían que dividiendo
el poder de decisión interno, las negociaciones serían como quitarle el
chupetín a un gurí.
Es
así que, el progreso civilizador hoy se llama mega-minería a cielo abierto,
cultivos transgénicos, agro-tóxicos, hidrocarburos no convencionales, etc.,
etc., etc. Oponerse es ser un bárbaro atrasado.
La desinformación es la clave
El
filosofo estadounidense, de origen iraní, Khalil Gibrán escribió alguna vez:
“La comodidad, entra en nuestra casas como invitada, y termina por convertirnos
en sus esclavos.” Las comodidades que el progreso nos ha proporcionado, nos han
esclavizado, de tal manera, que nos cuesta muchísimo, tan solo, pensar en
renunciar a las más insignificantes; porque nos han convencido que lo accesorio
es imprescindible; que nuestra vida depende de lo superficial.
No
nos dicen que el actual sistema de consumo, es un sistema lineal funcionando en
un planeta finito. El gobierno nacional lo anuncia como un triunfo, y los medios
opositores tratan de minimizarlo porque, en definitiva, la línea de pensamiento
es la misma: “La producción de automóviles creció tanto %.” ¿A nadie se le
ocurre cuestionar de qué nos sirve seguir rompiendo récords de fabricación de
un producto que, ya saturó con creses el mercado nacional, y que funciona con
un combustible no renovable que, a mas tardar, en 20 años no existirá? Sin
contar la energía que se derrocha para romper estos dudosos records. Perdón, me
olvidaba que se viene la salvación del Biodiesel. Tampoco nos informan que una
de las “brillantes” soluciones que le encontramos al inminente fin del
petróleo, es llenar los tanques del primer mundo, con el alimento del tercer
mundo… Fantástico¡¡¡
Tal
vez sea hora de que empecemos a considerar que, a los que Sarmiento consideraba
barbaros por vivir en armonía con su entorno, eran los verdaderos civilizados.
Que el capitalismo, salvaje y consumista, nos mete en un gigantesco embudo, por
donde solo pasarán unos pocos para encontrarse con que tanto progreso solo le
sirvió a la muerte.
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